Cada 9 de mayo se celebra el Día Mundial de la Insuficiencia Cardiaca, una enfermedad en la que es imprescindible mantener la adherencia a los tratamientos
Se estima que hasta el 9% de la población mayor de 80 años padece esta enfermedad, cuyo coste para el sistema sanitario alcanza los 2.500 millones de euros anuales
Al ser una enfermedad fuertemente vinculada a factores relacionados con el estilo de vida, los farmacéuticos pueden contribuir activamente a fomentar hábitos saludables y reducir riesgos
Cada 9 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Insuficiencia Cardiaca, una enfermedad de gran relevancia sanitaria tanto por el impacto negativo que genera en la persona que la padece como por las implicaciones que su elevada prevalencia y morbilidad conllevan para el sistema sanitario. Diversos estudios cifran en el 1,9% la proporción de la población mayor de 18 años que padece esta enfermedad, aunque la frecuencia tiende a aumentar con la edad, alcanzando una prevalencia del 9% entre los mayores de 80 años. De hecho, representa una de las primeras causas de hospitalización y de mortalidad cardiovascular en personas mayores de 65 años, con un coste anual para nuestro país estimado en 2.500 millones de euros.
Se trata de una enfermedad fuertemente vinculada a factores relacionados con el estilo de vida –tales como el hábito tabáquico, el consumo de alcohol o la obesidad–, por lo que la prevención constituye un aspecto clave. Por otro lado, la estrategia farmacoterapéutica de la insuficiencia cardiaca generalmente implica el uso combinado de fármacos que actúan sobre distintos elementos característicos de la fisiopatología de esta enfermedad.
El enorme potencial divulgador del farmacéutico como profesional sanitario
Todo ello sitúa a los farmacéuticos, desde sus distintos ámbitos profesionales, como un agente de salud que puede contribuir a mejorar la calidad de vida y los resultados del tratamiento farmacológico de los pacientes con insuficiencia cardiaca.
Los farmacéuticos comunitarios tienen probablemente el papel más destacado, tanto por su capacidad para actuar sobre la prevención de los factores de riesgo a través de los Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales, como por el hecho de que la mayoría de las pacientes que padecen esta enfermedad van a estar en tratamiento crónico ambulatorio. En concreto, la red de 22.198 farmacias constituye un recurso sanitario accesible y sin necesidad de cita previa, capaz de suministrar una información rigurosa, de ofrecer un servicio de máximas garantías sanitarias con la debida confidencialidad, y de promover un mejor uso de los medicamentos a fin de prevenir los problemas relacionados con los mismos. Facilita, además, la disponibilidad de los medicamentos usados en el tratamiento de base de la insuficiencia cardiaca y en el control de los factores de riesgo, con claras implicaciones en la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.
Por tanto, la proximidad y accesibilidad del farmacéutico comunitario para los los pacientes y ciudadanos permite que pueda ejercer una labor sanitaria proactiva a través de los Servicios Profesionales Asistenciales. En este sentido, se debe destacar la importancia de la educación sanitaria dirigida a la prevención, pues la prevención primaria, es decir, la actuación sobre los factores de riesgo modificables antes de que se produzca un evento, constituye la medida más eficaz y eficiente desde la perspectiva de salud pública en el ámbito de cualquier enfermedad cardiovascular.
Además, los pacientes con insuficiencia cardiaca –particularmente, aquellos en estadios avanzados– pueden beneficiarse especialmente de la realización de un servicio personalizado de dispensación (SPD) en la oficina de farmacia comunitaria, empleando dispositivos que permiten una adecuada distribución de los medicamentos para su administración en el horario adecuado. La revisión periódica de estos dispositivos por el farmacéutico puede facilitar el control de la adherencia al tratamiento y, en consecuencia, la mejora de éste.
La farmacovigilancia ante posibles reacciones adversas (con su correspondiente notificación, en su caso, al Sistema Nacional de Farmacovigilancia), y la identificación y prevención de interacciones farmacológicas de los tratamientos revertirán en una mejor calidad de vida de los pacientes con insuficiencia cardiaca. Además, mediante una actitud vigilante, la detección precoz desde la oficina de farmacia de los signos y síntomas que acompañan a una posible refractariedad a una línea de tratamiento también puede contribuir a combatir la enfermedad
Por último, las intervenciones multidisciplinares, incluyendo equipos farmacéuticos y médicos, tanto hospitalarios como ambulatorios, pueden mejorar la adherencia a la medicación y reducir los ingresos hospitalarios, con el potencial de reducir la mortalidad. Sin embargo, la literatura científica sugiere que esta mejora en la adherencia puede mermar con el paso del tiempo; por ello, las intervenciones del farmacéutico comunitario deben ser parte de un sistema multidisciplinario de atención iniciado tras el alta hospitalaria, que implica el contacto personal y que debe continuar indefinidamente a fin de mantener los beneficios clínicos.
Punto Farmacológico 170
Con la publicación del Punto Farmacológico 170, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos desea sumarse a la conmemoración de este Día Mundial. Se presentan aquí los aspectos fisiopatológicos más destacados de la insuficiencia cardiaca, su abordaje terapéutico y se pone de relieve la importante función desempeñada por los farmacéuticos en la consecución de los objetivos terapéuticos y en la mejora de la calidad de vida de los pacientes.